El cambio producido en los mores ofrece a los varones bastantes
posibilidades de expandir su ego y hasta sus fantasmas: compañeras
económicamente independientes, matrimonios que pueden deshacerse, contracepción
y aborto, disponibilidad sexual, servicios tolerables, y todo a costa sólo de
ser algo más amables. Porque la llamada redefinición
del varón se limita a eso. Instalados en cierta anomia, no precisamente
creativa, a estas alturas solo deploran el componente puritano de algunos
feminismos.
Por lo demás, dada la diversa rapidez de
cambio de los distintos sectores sociales, hay un amplio mercado de oferta
femenina: toda la gama que va de la mujer tradicional, doméstica, a la varonil
en sus conductas morales. Pueden incluso mantener a ambas a la vez. Variedad,
cantidad y precios módicos: la argumentación sustituye a la moneda, el encanto
de la moneda: sin entrar en competencia verdadera, la ideología diferencial
provee de féminas-amantes-madres-cultas compañeras a cualquiera que las
necesite menos a las mujeres, claro está.
Amelia Valcárcel
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