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diumenge, 3 de maig del 2009

Agujeros de la memoria

Ja fa temps que no trobo motivació per escriure massa. Pot ser per mandra pot ser per desencant o vés a saber per què. Ara, saltant de blog en blog llegeixo una notícia sobre els greus problemes de salut de Mario Benedetti, i com que sóc una ànima càndida tot i que no m’agrada gaire afegir-me a cap moviment, i com diria Woody Allen “no formaria part de cap grup que em tingués per membre”; Sí que hi ha quelcom que em motiva i són aquells/es que em motiven. Busco a les prestatgeries algun llibre de Benedetti i trobo immediatament Vivir adrede, i ràpidament selecciono aquesta prosa poètica que em fa reviure reflexions sobre els misteris que provoca una de les facultats humanes que és la memòria:

74. Agujeros de la memoria

La memoria es un trozo del infinito. A veces se aúlla y a veces se encierra en el silencio. De un prójimo a otro la memoria varía: puede ser vibrante y lúcida, y también torpe e ignorante.
Casi nunca es compacta. Sus agujeros no le permiten aislarse, concentrarse. Por ellos penetran ciertas basuritas espirituales y también se expanden angustias que suben des de el alma.
De esos orificios depende en buena parte su comunicación con el mundo. La memoria es un archivo alucinante, colmado de hechos, palabras, rostros, amores, sorpresas, decepciones, aburrimientos, lealtades.
Como no los guardamos por orden alfabético, casi siempre nos cuesta bastante reencontrarnos con esas menudencias.
Los agujeros de la memoria normalmente son abiertos por el taladro del olvido. A veces nos angustiamos porque queremos recordar un nombre, una calle, un coito del pasado, una fecha clave, y no los alcanzamos porque el olvido los cubre con su programada amnesia.
El poeta Juan Gelman escribió hace años con su habitual sabiduría que “en la memoria hay palabras que no se pueden decir. Duran y hacen mal y bien, como un caballo loco”.
Agreguemos, ahora de nuestra cosecha, que el caballo loco aprovecha los agujeros de la memoria para fugarse y a veces refugiarse en la guarida del infinito.
Nos pasamos la vida creando y perdiendo memoria. Como el pasado, a medida que pasan los años, crece en espacio, lo recordado también de verla crecer. Sin embargo, gracias al trabajo tenaz del olvido, el pasado se va reduciendo y apenas nos deja unas pocas señales para que sepamos quiénes fuimos y también quiénes somos.
Los agujeros de nuestra memoria también nos permiten atisbar a otras memorias, que a su vez nos atisban desde sus propios agujeros.
Después de todo, el que sigue creciendo es el infinito y por eso no tiene fin.

Mario Benedetti

2 comentaris:

PS ha dit...

Benedetti sempre és un referent a l´hora de buscar respostes.
La memòria, mentre no esdevingui un forat negre, és un bon recurs per a no caure en errors passats, si més no per esquivar-los.

Motiva´t Macondo que aquests textos són molt interessants!

Macondo ha dit...

Els teus comentaris són sempre benvinguts. Bona associació entre forats de la memòria i forats negres, però tranquil·la, "macondo" no existeix en el mapa, en canvi els forats negres sí que existeixen a l'univers; i que jo sàpiga encara no han engolit cap terrestre.